La migraña también llamada hemicránea, es una enfermedad que tiene como síntoma principal el dolor de cabeza, usualmente muy intense e incapacitante para quien lo sufre. Es una afección muy frecuente que afecta a entre el 20% y 28% de la población general, siendo la incidencia más altas en las mujeres.
Se debe distinguir la auténtica migraña de otros tipos de cefaleas o dolores de cabeza, tales como la cefalea tensional, que es mucho más usual, la cefalea en racimos y las cefaleas segundarias que pueden estar originadas por multitud de causas, como gripe, meningitis, traumatismos craneoencefálicos, tumores cerebrales y presión arterial alta.
El 80% de los pacientes migrañosos presentan su primer ataque antes de los 30 años. La enfermedad cursa con episodios de dolor agudo intercalados entre largos periodos libre de síntomas.
La frecuencia de las crisis es muy variable, lo más usual es entre uno y cuatro episodios al mes que duran entre 4 y 72 horas, si no se realiza ningún tratamiento.
El dolor puede estar precedido de manifestaciones neurológicas variadas que se llaman aura y consisten en trastornos visuales o sensación de hormigueo en labio, lengua y mitad de la cara.
El dolor suele ser de gran intensidad, afecta a la mitad derecha o izquierda de la cabeza, mas raramente a ambos lados simultáneamente, se acompaña de sensibilidad a la luz, intolerancia a sonidos fuertes, olores (perfume, pintura), nauseas, vómitos y empeora claramente con la actividad física.
Por ello los pacientes suelen retirarse a una habitación oscura y permanecen inactivos hasta que desaparecen los síntomas.
Factores Desencadenantes
Un alto porcentaje de las personas que padecen migraña refieren numerosos factores ambientales o personales que han relacionado con el inicio de las crisis. Algunos pacientes citan un número muy alto de posibles desencadenantes, otras nombran solamente uno o dos factores, y hasta un 30% no reconocen ninguno. Debe entenderse que todos esos factores desencadenantes actúan como facilitadores solamente en individuos predispuestos. Entre los más usuales se encuentran los siguientes:
Alimentación. Los periodos de ayuno o el consumo de ciertos alimentos pueden desencadenar crisis de migraña. Los alimentos más frecuentes citados son el queso, la fruta cítrica, plátano, sandia, el chocolate, el café y las bebidas alcohólicas, gaseosas y sobre todo el vino tinto.
Horas de sueño. Los cambios en el patrón de sueño y dormir más o menos horas de lo habitual son un factor que puede desencadenar la crisis de migraña. Según las encuestas realizadas, el 35% de los pacientes reconocen esta circunstancia.
Hábitos de vida. En la medida de lo posible el migrañoso ha de intentar incorporar cierta rutina a sus costumbres y evitar los desórdenes en el horario de sus actividades habituales, comidas, horas de descanso, etc.
Se encontró que la mayoría de pacientes con migraña presentan calor imposible.
Factores psicológicos .Hasta el 60% de los pacientes diagnosticados de migraña, manifiestan que el estrés, la ansiedad, las preocupaciones o los impactos emocionales, les han desencadenado en alguna ocasión la aparición de una crisis. A veces el dolor se anticipa a la situación estresante, en otras ocasiones el dolor no aparece en el momento de máxima tensión, sino después de transcurrir esta, cuando la persona se encuentra ya relajada. Es importante considerar que el estrés es también el principal factor implicado en el dolor de cabeza ocasionado por la cefalea tensional.
Ciclo menstrual. El 50% de las mujeres que padecen migrañas refieren que han detectado una relación entre la presencia de crisis y determinado momento del ciclo hormonal femenino. Los días en que aparecen con más frecuencia los episodios migrañosos son los previos a la menstruación.
Cambios atmosféricos. Los cambios bruscos de la presión atmosférica suele ser un factor desencadenante, como así también la presencia de viento, sobre todo cuando es intenso. Debido a que los descensos de presión atmosférica se asocian a otros fenómenos meteorológicos, como cambios de temperatura, lluvia y viento, ha resultado difícil realizar estudios que prueben la influencia independiente de cada uno de estos factores.
Por otra parte, no todos los dolores de cabeza desencadenados por los cambios atmosféricos deben considerarse como migraña, pues este factor es también importante en otros tipos de cefalea, como la cefalea tensional.