La pandemia del COVID-19 podría convertirse en una crisis insostenible, para un país con tantas carencias como el nuestro. Italia, España y ahora Estados Unidos parecen ser la muestra, de que este movimiento telúrico podría convertirse en un terremoto en nuestras tierras.
En el cerebro del intensivista existe una estrategia mental, para abordar al paciente crítico, que aparentemente tiene pocas probabilidades de sobrevivir. Primeramente y tal como lo dice Sun Tzu, analizamos el terreno: ¿Quién es el paciente? ¿Cuáles enfermedades adolece? ¿Cómo es su familia? Luego intentamos descifrar al enemigo: ¿Cómo es la enfermedad? ¿Por qué ha comprometido a este ser humano en particular? Además, evaluamos las fortalezas y debilidades del huésped, creamos una estrategia y contraatacamos. Si la batalla se gana y el paciente sobrevive, el error estaría en no descifrar que la guerra no ha terminado, solo se ha superado una fase del conflicto. Ahora tenemos que preocuparnos por que el individuo recupere sus habilidades motoras, psíquicas, intelectuales y productivas. Al final de esta confrontación con la enfermedad habremos triunfado ¡Sí y solo sí! recupera su estado previo a la catástrofe.
El primer desafío de esta pandemia lo hemos sobrepasado ya. El cerrojo armado ha tenido efecto y la pregunta es clara: ¿hasta cuándo resistiremos para detener la entrada del enemigo? El error sería pensar que ganamos si no penetra nuestras murallas. ¡Todo lo contrario! Debe entrar para que podamos descifrarle y que de esa manera nuestro armamentario inmunológico pueda reconocerle, contrarrestarle y adquirir memoria. Sin embargo, la entrada debe ser lenta y dosificada, de tal forma que nos permita montar la estrategia para ganar la batalla intramuros. Ese es el terreno que ahora se prepara en CIFCO, ISSS, MINSAL y en todas las instituciones involucradas, lo cual me parece acertado.
¿Ganaremos tiempo para que la vacuna esté lista para nuestros queridos y amados de cabello blanco? Mientras tanto, y durante esta parte de la batalla, su aislamiento será necesario. El corazón y el temor no deben de ganarnos este tramo de la pelea.
Luego deberemos soportar la presión generada en la olla hirviendo. La situación económica, la crisis nerviosa y el ahogamiento espiritual podrían vencernos en este tramo. ¿Será necesario abrir la puerta y lentamente normalizar la situación entera del país?
Debe existir también un balance, a favor de la economía, que pagará los costos luego de esta guerra. Sin embargo, deberemos estar conscientes de que, a pesar de ello, tendremos que seguir tomando precauciones, ahora enfatizando en los más grandes y mayores. Esos que amamos y nos hacen sonreír. Los que nos chinearon y nos azotaron con la sandalia, pero que ahora todavía los gozamos con sonrisas y con amor. Luego de este momento, deberemos aceptar que siempre existirá alguna partida inevitable. Es por demás y que luego de una guerra tan cruel no obtengamos una herida, que nos recuerde con el tiempo, esta difícil parte de nuestra historia.
La pandemia del COVID-19 podría convertirse en una crisis insostenible, para un país con tantas carencias como el nuestro. Italia, España y ahora Estados Unidos parecen ser la muestra, de que este movimiento telúrico podría convertirse en un terremoto en nuestras tierras. Sin embargo ¡Tengo un presentimiento! Por que somos los hijos de la guerra, los que viven adonde nunca hay esperanza, los que reconstruyeron los puentes, acostumbrados a trabajar con escasos recursos y que sin embargo estamos con vida, hechos de maíz y arena oscura. Nada nos detiene y tengo la firme convicción de que, durante esta pandemia, le daremos una lección al mundo.
Finalmente, el intensivista se equivoca si piensa que ganará a la enfermedad confiando únicamente en sus propias habilidades y fortalezas. Entonces, existe una clave final en la solución del conflicto: ¡Doblemos rodillas y pidamos al Creador del universo! No por casualidad, nuestro país lleva su nombre ?Él Salvador?.