Observaba hace unos días a un joven de aproximadamente 20 años, diabético en la lozanía de su vida, fumando un cigarrillo. No me atreví a decirle nada, ya que un antepasado un día me confió unas palabras sabias que he guardado: ?A ningún metido le va bien?. De manera que pese a las ganas que tenía de decirle que estaba haciendo mal, me mordí la lengua y guardé silencio. Pero aquí estoy dando mi opinión.
Pienso que un joven que fuma y que es diabético lo hace por desinformación e inexperiencia, pues no creo que lo haga como una manifestación de déficit del instinto de conservación inherente a los seres humanos o como una expresión directa de apatía y desinterés por la vida.
El joven diabético que fuma debe saber que se está autodestruyéndose de forma indirecta, dicho de otra manera, se está suicidando lentamente. Debe estar consciente que toda persona que reta la vida más allá de los límites de lo rutinario está dando muestras de poseer una conducta autodestructiva. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, nos hemos dado cuenta que las muertes por suicidio han aumentado en todo el mundo; pero estas cifras solo representan las causas por suicidio directo, es decir, quitarse la vida de forma voluntaria y rápida. Sin embargo, tengo que mencionar otra forma de suicidio, que es el suicidio crónico. Este se puede definir como una conducta autodestructiva utilizada por las personas para mantenerse lentamente, y uno de los instrumentos más estilado para ese tipo de autodestrucción es el cigarrillo. El dolor de pecho, la muerte súbita y el infarto agudo del miocardio se presentan en personas de edad avanzada; sin embargo, el proceso que lleva a estos resultados finales se inicia en la juventud. La diabetes sola es campo fértil para el desarrollo de enfermedades cardiacas. Y si un diabético consume tabaco le echa leña al fuego, es decir, aviva y aumenta la progresión de las enfermedades del corazón.
El tabaquismo es un factor de riesgo mayor para sufrir de enfermedad cardiaca en el adulto joven. Un estudio clásico de la cardiología llamado de Framinghan mostró que el riesgo de sufrir dolencias cardiacas es tres veces superior en fumadores entre 35 y 44 años de edad. El fumar cigarrillos frecuentemente produce aumentos bruscos de hormonas de estrés llamadas catecolaminas. Estas provocan daño en las células que recubren las arterias que le llevan sangre al corazón, mal funcionamiento de las mismas y lesiones.
En los jóvenes que padecen de enfermedad de las arterias del corazón, la diabetes y las grasas elevadas en la sangre son amigos casi inseparables. Los pacientes diabéticos que utilizan insulina y fuman están a mayor riesgo de presentar infarto. Otro datos a mantener en mente son los antecedentes familiares de los diabéticos. Esto probablemente constituye una combinación de factores de riesgo que están determinados genéticamente sobre todo los que tienen familiares que han muerto temporalmente de afecciones cardiacas. Los pacientes diabéticos y con alteraciones del colesterol tienen más posibilidad de tener un daño cardiaco mayor que los no diabéticos.
Las personas que padecen de diabetes y fuman tienen mayor posibilidad de enfermarse del corazón que los diabéticos que no fuman.
Lo descrito anteriormente nos debe obligar a centrar nuestra atención en el estricto control de los factores de riesgo cardiaco, sobre todo cuando se trata de riesgos que son modificables, como el de dejar de fumar. La elevada posibilidad de sufrir un accidente cardiaco nos señala la urgente necesidad de parar el hábito de fumar. Estoy seguro que no me viste cuando te vi. Pero ¿te das cuenta de la importancia que tiene para tu familia, tus amigos y para ti que dejes de fumar?